Unilever y P&G, concentran el 95% de la oferta de detergentes en el pais, a raiz de esto el 4 de abril del 2013, el Fiscal Nacional Económico, Felipe
Irarrázaval, presentaba un requerimiento ante el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia contra de la empresa Unilever por abuso de posición
dominante y pidió una multa de US$ 20 millones, debido a que las Diferencias eran abismantes y los montos de colusion les generarian ganancias que alcanzarían un 300%, si un 300%.
Unilever, La trasnacional holandesa, que domina el 77% del mercado de detergentes en el país con productos como Omo, Drive, Skip y Rinso, negó que haya incurrido en bloqueo a sus competidores. Diciendo que: “Son prácticas comerciales habituales en el mercado, en Chile y el mundo…”(habituales porque ya lo habiamos visto en las Farmacias y en el Papel Higienico?).
“En los detergentes hay indicios de que hay colusión y la
fiscalía ya lo ha denunciado”, sostuvo Hernán Calderón, presidente de la
Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (Conadecus).
Esto, en relación a las dos empresas monopólicas que controlan el mercado de los detergentes: Unilever con sus productos Omo, Skip, Drive y Rinso, y Procter & Gamble con las marcas Ace y Ariel.
“Hay señales de colusión pero se necesita realizar una
investigación más detallada, es tarea de la Fiscalía Nacional Económica
investigar más profundo lo que sucedió en este tema, lo que puede
demorar meses u años”, aseguró el máximo dirigente de la Conadecus.
La Fiscalía sostuvo que Unilever buscaba llegar a acuerdos,
incentivos, descuentos o premios destinados a que los supermercados
otorgaran exclusividad de venta a sus productos.
Luego de la denuncia por presunto abuso de posición de
dominio mediante prácticas exclusorias de Unilever en el mercado del
detergente para lavado de ropa, con sus marcas Omo, Drive y Rinso, se
logró en mayo del 2014 un acuerdo conciliatorio entre la Fiscalía
Nacional Económica (FNE) y Unilever Chile.
En el acuerdo Unilever asumió diversas obligaciones para
modificar sus prácticas comerciales en la distribución y
comercialización de sus productos, con el fin de que otros fabricantes e
importadores de detergente contasen con mayores posibilidades para la
distribución y exhibición de sus productos y así dar más alternativas a
los consumidores.
El detergente es el segundo producto más importante de la
canasta familiar y un mercado altamente concentrado, lo que impide la
entrada de nuevos competidores y obliga a los consumidores a optar
siempre por los mismos productores, en vez de encontrar alternativas de
calidad y a un bajo precio.
Así mismo Unilever concentra el 75% del mercado con sus
productos Omo, Skip, Drive, Rinso y Procter & Gamble, se queda un
20% con las marcas Ace y Ariel.
Unilever habría otorgado
una serie de beneficios a distribuidores mayoristas y supermercados con
el objetivo de lograr la comercialización casi exclusiva de sus
detergentes. Estos incentivos, que eran hechos a medida según el agente
al que se le ofrecían, fueron entregados a mayoristas en el canal
tradicional que representan cerca del 90% de las ventas en este canal, y
a supermercados que representan el 95%.
Entre los beneficios
ofrecidos se encuentran descuentos sobre el valor de la compra
condicionado a la venta exclusiva de sus productos o a la venta limitada
de productos de otras marcas como el que se ofreció a Rabie, principal
actor en el canal tradicional. Además ofrecía “descuentos condicionales
retroactivos” a distribuidores mayoristas que no tenían descuentos de
exclusividad como Adelco, Mayorista 20 y Depac y a cadenas de
supermercados como Censosud, Walmart y Tottus, que buscaban evitar su
apertura hacia otros competidores. Estos descuentos sobre el valor de
las compras estaban atados al cumplimiento de metas de ventas o metas de
participación del mercado. Por último, estaban los premios por
crecimiento relativo que se otorgaban si el crecimiento de las ventas de
Unilever superaba al crecimiento del mercado de detergentes.
Estas políticas de
descuentos constituyen una práctica anticompetitiva pues bloqueaban el
acceso de los competidores al canal tradicional de distribución. Además,
los incentivos por participación del mercado constituían una exigencia
al distribuidor para que la empresa dominante alcance una determinada
participación en las ventas en perjuicio de los demás competidores.
Respecto de los descuentos por crecimiento relativo, estos implicaban un
aumento en la participación de Unilever en desmedro de sus
competidores.
Asimismo, la fiscalia solicitó al TDLC sancionar a Unilever con 20,000 unidades tributarias anuales (US$ 17 millones). Para evitar las sanciones
por parte de la TDLC, Unilever llegó a un acuerdo conciliatorio con la
FNE y las demás empresas que la demandaron por prácticas
anticompetitivas. Unilever firmó un acuerdo en el que se comprometía a
no ofrecer, aplicar, pagar o financiar incentivos o premios que tengan
por objeto la exclusividad en la comercialización o distribución o que
estén atados a metas de ventas, ni que busquen tener una posición
preferente en las góndolas de supermercados durante diez años. Además,
se abstendrá de impedir o restringir la posibilidad de que sus
competidores contraten publicidad, y de imponer la obligación de ventas
atadas. Por último, debía pagar a las empresas demandantes entre US$ 3 y
5 millones.
Estos acuerdos aplican no
solo para el mercado de detergentes, sino también a aquellos productos
fabricados, importados o comercializados por Unilever en Chile en las
que las ventas a nivel nacional sea igual o superior al 60%. Entre estos
productos se tienen algunos como los suavizantes, lavalozas, mayonesas y
ketchup en el canal de supermercados y, en el canal tradicional, a los
jabones, pastas dentales, desodorantes y té.
Por otra parte Calderon destaco que: “están a un paso de la colusión y que no se han podido descubrir aun, estas serían: los bancos, tres productores de Cerdo que concentran un 90% del mercado, tres empresas de telecomunicaciones que tienen el 98% del mercado”.
Calderón hizo hincapié en que las empresas “hay signos y señales que el mercado chileno está ‘cartelizado’, que se han transformado en verdaderos carteles que evitan la competencia, cuando se transforman en monopolios hay una atracción fatal de las empresas por coludirse”.
Jaime Riquelme D.
@icecreampuq
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